jueves, 22 de noviembre de 2007

LA UVA SE PUDRE Y LOS INMIGRANTES EN PARO


Una gran paradoja. Esta es la frase más “fina” que encuentro para describir la situación.
El valle del Vinalopó es una zona del interior de la provincia de Alicante que se caracteriza, entre otras cosas, por la producción de uva de mesa. Es, seguramente, la zona donde más se produce este tipo de uva y de aquí sale la mayor parte de las uvas con las que nos atragantamos en la entrada de cada año nuevo.
En estos días empieza la recolección y este año, debido a las lluvias de octubre y a la llegada del frío, se debe de efectuar con la máxima diligencia posible por el peligro de que se pudra en las cepas antes de poder recogerlas.
Llegado este momento, los agricultores se han encontrado con una difícil situación: no encuentran mano de obra para efectuar la tarea. Este año no es muy diferente de los demás: los ciudadanos españoles no quieren hacer este trabajo puesto que hay poca gente en el paro y los contratos que se ofertan son por muy poco tiempo y escasamente remunerados, por lo que prefieren dedicarse a otras labores. Normalmente se acudía a la mano de obra extranjera, pero cada vez escasean más los inmigrantes legalizados dispuestos a hacer estos trabajos y, al final, tienen que acudir a los inmigrantes ilegales o que todavía no han formalizado sus papeles.
Y es aquí cuando empiezan sus problemas. Las inspecciones de trabajo son mayores año tras año y las multas por contratar mano de obra ilegal pueden llegar a los 6.000 euros. Lógicamente tienen miedo de la denuncia y no los llaman para recoger la uva.
¿Por qué no los contratan legalmente? Pues, resumiendo un poco, por la maldita burocracia. Los contratos, y por ende la legalización del trabajador, tardan cuatro meses en formalizarse. Los agricultores no pueden contratar en el mes de julio porque desconocen si la cosecha de ese año será mucha, poca o ninguna, puesto que depende de la climatología que haga durante esos cuatro meses y eso, naturalmente, no se puede prevenir.
¿Qué hacer llegados a este punto? Tienen dos salidas: llevar a los ilegales a sus campos y probar suerte o dejar que la uva se eche a perder en el campo. Desgraciadamente, este año han optado por la segunda solución y las pérdidas a las que se enfrenta el sector serán millonarias.
La subdelegación del gobierno en Alicante, para paliar la situación, se ha comprometido a acelerar de manera inaudita los trámites y que se puedan completar en tres días. ¿Y porqué no lo hacen siempre así? Buena pregunta. Pero el gozo de los agricultores en un pozo: sólo se podrán acoger a esta sustancial mejora los inmigrantes comunitarios, o sea, rumanos y búlgaros y no el contingente de sudamericanos, ecuatorianos y bolivianos, que son los más numerosos en los campos de uva de mesa del valle del Vinalopó.
Resumiendo: pérdidas millonarias para los agricultores (con estos empujoncitos acabará de morir el sector en España) e inmigrantes en paro (vienen con la ilusión de ganarse dignamente la vida, comprueban que hay trabajo y no se lo dejan hacer).
En el difícil problema de la inmigración considero que no se deben poner barreras artificiales a los inmigrantes y que solamente se deben hacer comprobaciones para asegurarnos que la persona que quiere entrar en España no es un delincuente (en cuyo caso sería ilegal en todas partes), pero es que en este caso, el gobierno español se está tirando piedras contra su propio tejado.
¿Ustedes lo entienden? Pues que me lo explique alguien.

- En mi época de estudiante fui una vez a recoger fruta para sacarme un dinero.
- ¿Sacaste mucho?
- No, sólo fui un día.
- ¿No sería porque la recogiste toda en una jornada? ¿verdad?
- Que va. A las siete de la mañana ya estaba en el campo, paramos a comer y continuamos hasta que se hizo de noche, más o menos a las nueve de la tarde. ¡Trece horas sin parar de agacharme y subir por las escaleras!
- Ahora lo entiendo, Paco. Lo entiendo perfectamente.

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