Así es. Después de cinco años el tema del Prestige continúa generando noticias. Todos conocemos los hechos pero vamos a resumirlos muy brevemente.
El buque fue construido de acorde a la normativa de ABS (American Bureau of Shipping) en 1973 y desde 1976 empezó a transportar diversas mercancías, incluidos productos petrolíferos, pasando inspecciones periódicas por medio de esta empresa ABS que certificaba que el buque estaba en condiciones.
En el año 2002 el buque era propiedad de la corporación “Mare Shipping” de Liberia y navegaba bajo bandera de Bahamas. En mayo fue contratado por una empresa suiza para realizar un transporte de petróleo y después de cargar en noviembre en Rusia y Letonia se encaminó hacia su destino en Gibraltar. Durante su travesía, cargado al completo, sufrió daños estructurales “ayudado” por una fuerte tormenta con gran oleaje. El buque, frente a las costas gallegas empezó a perder la carga y posteriormente se partió en dos y se hundió.
Lo primero que se me ocurrió en aquellos días era la gran cantidad de países que intervienen en el transporte marítimo de una carga cualquiera. A los seis países mencionados habría que sumarle las diversas nacionalidades de los tripulantes y del capitán del barco y el hecho de que, seguramente, quién compraba y vendía la mercancía serían conglomerados de empresas multinacionales. “Así es la marina mercante” se decía en aquellos días. “Ya” respondía yo, pero ¿a quién se le pueden pedir responsabilidades por lo ocurrido? Y, efectivamente, el tiempo nos dice que, con todo este maremagnum, decidir quién va a indemnizar a España va a resultar muy difícil. Supongo que se habrá denunciado a la empresa propietaria del barco, a su capitán y a algunos otros, pero cuando se ha querido denunciar a ABS nuestro país se ha encontrado con muchas dificultades.
España reclamó a ABS compensaciones por considerar que había actuado de forma negligente al clasificar como apto al buque (debido a ello la empresa suiza lo contrató para llevar la carga) y acudió al tribunal federal de Manhattan.
Ahora éste ha fallado en contra de nuestro país, argumentando que España firmó en su día la Convención Internacional de Responsabilidad Civil para Daños por Contaminación de Petróleo (CLC) y esta norma impide que un país reclame compensaciones a otros que no hayan firmado esta norma. Como Estados Unidos no lo hizo en su día y la demanda no se presentó en España sino en aquel país, la jueza ha dictaminado que no va a continuar adelante con esta demanda.
¿Nuestros abogados conocían la firma de esta convención? Se supone que sí, para eso son abogados que representan a nuestro país. Entonces ¿por qué no presentaron la demanda aquí? Sólo dos posibles contestaciones: o son unos incompetentes o es que aquí no se puede juzgar a una empresa estadounidense. Me asusta tanto la primera como la segunda contestación.
Una vez ocurrido el desastre se tachó al gobierno de España de aquella época de no haber reaccionado correctamente y se orquestó una campaña mediática feroz en la que las razones políticas superaban con mucho a las lógicas. Cinco años después, todavía salen informes de catedráticos universitarios a favor y en contra de la decisión que tomó el gobierno. Los que más criticaban entonces ahora están en el gobierno. Ya me gustaría ver como reaccionarían estos en unas horas, como tuvieron los anteriores, ante el tremendo desastre que supuso el Prestige.
Está claro que el Prestige no estaba en condiciones de navegar. Hubo una empresa que certificó que si lo podía hacer. Es de justicia que esta empresa pague su negligencia. Los máximos organismos internacionales, léase ONU, deberían legislar en estos temas y, en el caso de que un país no quisiera comprometerse a firmar, lo deslegitimase para posibles certificaciones.
Un desastre ecológico de este tipo no puede volver a ocurrir por mucho que “la marina mercante sea así”. Once millones de litros de fuel se esparcieron por el mar y las costas gallegas y ahora todos quieren salirse de rositas.
- ¿Te acuerdas Paco de cuando éramos pequeños y pisábamos el dichoso alquitrán en la playa?
- No me lo recuerdes. Todavía me escuecen los pies con el dichoso estropajo que utilizaba mi madre durante horas para que no se me quedasen negros. Si me encontrase con el capitán de uno de esos barcos que limpian sus depósitos en alta mar, lo colgaba cabeza abajo en uno de esos depósitos. Lleno, claro.
1 comentario:
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