El ayatolá Alí Jamenei, Guía Supremo de la Revolución, ha afirmado en fechas recientes que Occidente "maltrata a la mujer", mientras que la República Islámica de Islam las "honra". ¿Qué prueba esgrimió para ello? Pues que el Islam las obliga a cubrirse con el hiyab. Las mujeres veladas son completamente invisibles para el hombre de la calle, que así no se excita y, por tanto, no viola a todas las que se le ponen por delante. Palabra de Jamenei.
Viendo lo que piensa su mentor, no me extraña lo que hacen sus correligionarios.
El trato que reciben las mujeres en los países del Islam resulta, como mínimo, humillante y la privación de sus derechos fundamentales, sangrante.
Hoy aparecía en los medios de comunicación la noticia de una mujer de Arabia Saudí que protestaba, a través de un video en Youtube, de la discriminación que sufren las mujeres de su país al no poder conducir un vehículo por las carreteras públicas (sólo lo pueden hacer por zonas residenciales). Ya pidieron al rey Saudí Abdulá que eliminase ley(en vigor desde hace dieciocho años) el año pasado, pero el monarca ni siquiera les ha contestado, se ve que aun no ha tenido tiempo de pensárselo.
Yo me pregunto, ¿por qué se les prohíbe conducir? (al que se le ocurra un chiste machista, que cierre la boca) ¿de qué tienen miedo? ¿de que cojan el coche de su marido y huyan para siempre del país dictatorial? Pues deberían tenerlo, porque algún día se hartarán las mujeres y aquello puede acabar muy mal.
Las mujeres árabes sufren la poligamia de sus, más que maridos, amos, tienen que aguantar matrimonios temporales y si son víctimas de violación por parte de algún salvaje, son lapidadas. En su día a día, tienen que aguantar estupideces como no poderse bañar en piscinas públicas, o si lo hacen, que sea separadas de los hombres y con trajes especiales, si salen en bicicletas deben llevar ropas holgadas, elaboradas para tal fin o la norma que comentábamos antes de no poder conducir.
Y cada día que pasa, la locura de estos fundamentalistas va a más. Ya lo reflejaba en una entrevista la artista yemení Amna Al Nasiri: “cuando yo estudiaba en la Universidad, hace 18 años, podía ir sin el hiyab (pañuelo), ahora no puedo salir a la calle si no me lo pongo. No hay la misma libertad que antes.”
Otro de los colectivos que sufren persecución en los países musulmanes es el de los homosexuales. Esta vez la noticia surge en Egipto. En los últimos seis meses, las autoridades han arrestado a 12 personas sospechosas de ser ¡seropositivas y homosexuales!. Les obligaron a realizarse el análisis del sida y aquellos que dieron positivo fueron retenidos durante semanas en el hospital, encadenados a sus camas. Cuatro de ellos serán juzgados mañana acusados de “libertinaje” (el delito que suelen imputar habitualmente las autoridades egipcias a los homosexuales). Ya hace unos meses, otros cuatro hombres fueron condenados a un año de prisión por “practicar el libertinaje habitualmente”. Y son afortunados de vivir en Egipto; en otros países, como Irán, los ahorcan directamente.
Se da la paradoja de que las personas que sospechan que pueden padecer sida no acuden a hacerse los análisis, ya que tienen miedo de que si les sale positivo, sean detenidos (aunque no sean homosexuales y hayan contraído la enfermedad por otras causas). Por lo tanto, no pueden recibir tratamiento ni información para no contagiárselo a nadie más.
¿Han oído a nuestros “artistas” o políticos denunciar todas estas prácticas en las dictaduras musulmanas? ¿No? Yo tampoco. (Zerolo, ¿dónde estás?) Me gustaría que por una vez, la progresía española, y por extensión la europea, tuviera valor de denunciar la situación en que viven estos colectivos. Sin presión y apoyo internacional, poco pueden hacer las mujeres y los homosexuales en aquellas dictaduras.
Pero me parece que me quedaré con las ganas. Los árabes son los únicos que les hacen cosquillas a los Estados Unidos, el gran “enemigo” de la progresía. Y ya saben: el enemigo de tu enemigo, es tu amigo. Haga lo que haga.
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